lunes, 25 de mayo de 2009

Arquitectura del barrio París Londres
Romanticismo, historia y patrimonio

Detrás de la Iglesia San Francisco se encuentra un barrio que nos lleva a la antigua Europa. Su arquitectura ha sido sujeto de estudio y atracción turística. Cuatro cuadras que nos hacen sentir fuera de Chile, en los albores del siglo XX.

Por: Camila Pérez Hidalgo

Calles serpenteantes, edificaciones antiguas, inspiración europea y los adoquines en las calles dificultan el rápido paso de la ciudad. Es imposible no detenerse a observar el pedacito de historia que guarda este barrio, que se esconde del bullicio de la capital.

Ubicado entre la Alameda y Alonso Ovalle, San francisco y calle Serrano, el barrio París Londres oculta un sinfín de inspiraciones clásicas del antiguo continente, donde confluyen diversos estilos arquitectónicos como el neocolonial, renacentista y neoclásico francés, entre otros. Ellos le dan a esta localidad un valor histórico sin precedentes.

En el año 1921, los monjes franciscanos debieron vender el actual terreno del clásico barrio por problemas económicos. En ese momento, Ernesto Holtzman y Roberto Araya se embarcaron en la hazaña de construir este barrio, con edificios que no sobrepasan los cuatro pisos de altura y con la ayuda de distintos arquitectos que plasmaron en sus calles los estilos y diseños europeos, que parecen ser sacados de las calles parisienses. Es por esta misma razón que sus calles son nombradas París y Londres, trayendo el encanto de las influencias europeas.

Según el arquitecto Jorge Atria Lannefranque, académico de la Universidad Católica y especialista en Patrimonio Arquitectónico, la influencia europea, “en estos primeros años del siglo XX, no sólo abarcó la arquitectura (quizás la expresión más visible), sino que también la literatura y la pintura” de nuestro país.

Así, la creación de este barrio fue destinada a la clase acomodada de la sociedad de aquella época. Por esto, sus calles son pequeñas y estrechas, ya que no fueron creadas pensando en el transporte público, sino que en ellas estuvieran los servicios básicos que se necesitaran para vivir. Por otra parte, su céntrica ubicación confortaba aún más a quienes habitaban el barrio.

Con casi 90 años de historia, el trazado de sus calles, las fuentes de agua, y las plazoletas nos hacen sentir en un pequeño pueblo antiguo. Atria estima que “una de las virtudes de este tipo de orden urbano es que se logra una cierta interioridad espacial, una proximidad y obviamente un interés que es reforzado en este caso por una arquitectura sencillamente notable”.

Al rescate…

En el año 1982, el barrio París Londres fue declarado zona típica, debido a su carga cultural.

Más adelante cobró una carga política importante al ser testigo de los vejámenes y asesinatos perpetrados durante la dictadura de Pinochet, específicamente en la casa de tortura Londres 38.

Según Ximena Alvarado, arquitecto de la Municipalidad de Santiago, el que este barrio sea calificado una zona típica, significa que “no se puede botar ninguna construcción. A no ser que se demuestre un real daño destructivo (por ejemplo, que se esté cayendo) esa opción se estudia, pero por lo general se exige la reconstrucción” por parte del Consejo de Monumentos Nacionales.

Pese a esto, el municipio no hace un estudio riguroso, cada cierto tiempo, para ver el estado de las edificaciones de los barrios típicos. Según Alvarado es responsabilidad de los habitantes denunciar alguna posible falencia.

Si bien dentro del mismo barrio no hay nuevas edificaciones en altura, París Londres está en una cuenca, rodeado de las grandes construcciones pertenecientes al centro de Santiago. A raíz de esto, Jorge Atria manifiesta que el “perfil armónico se ve interrumpido y muchas veces opacado por volúmenes cuyo propósito central es rentabilizar al máximo el escaso suelo urbano, sin tener consideración alguna con el significado de los barrios que se ven avasallados por la edificación en altura”.

Por esto el arquitecto propone el establecimiento específico de áreas donde se puedan realizar construcciones vanguardistas sin perjudicar los ya delimitados espacios tradicionales.

De esta forma, es de suma importancia el cuidado de este clásico barrio y de tantos otros a lo largo de nuestro país. La tarea no es tan sólo de las autoridades que declaran a éstos como zonas históricas, sino de todos, a través del cuidado, el rescate de la memoria histórica y del patrimonio cultural que nos rodea.

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